"Hallaron el cuerpo de la docente desaparecida en Santa Fe" (Diario Clarín, 10/07/09)
"Asesinada frente a su hija" (Diario Rio Negro, 10/07/09)
"Tiroteo en Barrio Norte: dos muertos" (Diario Perfil, 10/07/09)
Cambian los nombres, cambian los lugares, pero siempre pasó algo similar. Escuchar que golpearon, asesinaron, abusaron o apuñalaron a alguien, corre como cuenta corriente para los oídos cansados de tanta violencia e inseguridad. En los diarios, en la tele, en la radio, en internet, abundan las crónicas de esta índole. Pero, ¿Qué hacemos aparte de escuchar sentados las noticias?
Aberrantes son los hechos que entorpecen la felicidad de quienes no molestan a nadie. Cuantas veces oímos los testimonios de familiares de victimas que dicen a las cámaras “nunca pensamos que nos ocurriría a nosotros”.
Son incontables los casos de crímenes o abusos que pasan largos años sin ser esclarecidos. Que solo dejan tristeza, incertidumbre, pena, entre otros tantos sentimientos indescriptibles para quienes no pasan por esa situación.
La violencia esta destruyendo familias. Las que muchas veces son sentenciadas por el resto cuando dicen “en algo habrán andado”. No creo que ese “algo” sea tan irreversible como para violar, apuñalar, moler a palos o quitarle la vida alguien.
¿Qué estamos esperando para cambiar esta realidad?
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